Emili Donato es un arquitecto poco estudiado y del que poco se ha escrito, si se tiene en cuenta su prolífera carrera y el interés de sus obras. Su arquitectura se ha mantenido alejada de las constantes formales de las tipologías arquitectónicas establecidas y se ha basado en el oficio de construir volúmenes enraizados en el emplazamiento, emanando un fuerte contenido social y compromiso con el usuario.
El proyecto que desarrolló en 1964 en Calafat es un punto germinal de su carrera que permite analizar las estrategias de formalización arquitectónica de un programa residencial mínimo de segunda residencia ligado a un proyecto social.
A través de diversas conversaciones con el arquitecto se irá desgranando la interpretación que éste hace de la manera de habitar en el Mediterráneo, de la vinculación del clima y el paisaje con los materiales y formas de su propuesta arquitectónica.
El proyecto de Calafat no tuvo la repercusión social ni económica deseada por los promotores, pero de aquel ejercicio nos quedan las arquitecturas de inspiración vernácula y local, cuyos materiales y formas emanan tradición intemporal y artisticidad a partes iguales.