Juan Antonio Ortiz Orueta
La Casa sobre o mar, un proyecto atlántico de Fernando Távora con conexiones mediterráneas.
El joven arquitecto afronta su proyecto habilitante pleno de certidumbres, aunque inseguro en la práctica. Había proclamado: “hay que rehacerlo todo, comenzando por el principio” y en la casa están lo vernáculo y los cinco puntos de Le Corbusier en un lugar idealizado, para potenciar el mensaje.
Una caja cerámica sobre pilotis¸ sobre el acantilado, como un faro, alumbrando también una nueva arquitectura portuguesa.
Introduce la cuarta dimensión tanto en su percepción como en el movimiento del océano, captado desde los ventanales al atlántico: “el mar nunca se cansó de ser visto”.
Anclado a sus raíces y bebiendo de lo global, Fernando Távora participará poco después en la nueva orientación de la arquitectura europea a través de cuatro CIAM y de la reunión de Royaumont del Team X.
Allí encontraría su paralelismo mediterráneo en Coderch, aristócrata y admirador de la arquitectura popular como él, defensor también del compromiso del arquitecto con la sociedad.
El ejercicio atlántico de la Casa sobre o mar sigue vigente, y podría haberse situado en el mediterráneo, aunque la atención de Távora al genius locci hubiera ofrecido otra solución, también profundamente enraizada en la arquitectura tradicional e indeleblemente unida al mar.
Las bellas perspectivas del proyecto contribuyeron, por su belleza, a la permanencia de este manifiesto proyectual, la síntesis arquitectónica mítica de la Escuela de Oporto.