Paolo Sustersic
Barcelona y su identidad de metrópolis mediterránea en la década de 1960: los planes de Montjuic Sur y de la Ribera
Los planes del Sector Sur de Montjuic (1964-67), de la Ribera (1964-69) y del Maresme (1968), proyectados en Barcelona durante el mandato del alcalde Porcioles pretendían definir el frente marítimo y reivindicar un rol de Barcelona como metrópolis mediterránea. Pensando en la transformación de la ciudad en centro de servicios, el litoral fue considerado uno de los entornos con mayor potencial en términos funcionales y simbólicos, puesto que Barcelona seguía dando la espalda al mar. Aun siendo proyectos de alta densidad, de carácter especulativo promovidos por la iniciativa privada (Montjuïc) y las empresas mixtas (Ribera y Maresme), los planes plasmaban la imagen ideal de la nueva Barcelona, donde la pequeña escala y la arquitectura vernacular de los pueblos de la costa eran reinterpretados en grandes conjuntos adaptados a los intereses de los grupos promotores. Los mitos de la vuelta a los orígenes, la conexión con las fuentes de una cultura milenaria y la recuperación de la esencia del habitar, en la década de 1960 fueron convertidos, incluso con la participación de los arquitectos que contribuyeron a crearlos y difundirlos, en factores determinantes en la creación de valor de promociones inmobiliarias destinadas a las élites urbanas.
Los planes del Sector Sur de Montjuic (1964-67), de la Ribera (1964-69) y del Maresme (1968), proyectados en Barcelona durante el mandato del alcalde Porcioles pretendían definir el frente marítimo y reivindicar un rol de Barcelona como metrópolis mediterránea. Pensando en la transformación de la ciudad en centro de servicios, el litoral fue considerado uno de los entornos con mayor potencial en términos funcionales y simbólicos, puesto que Barcelona seguía dando la espalda al mar. Aun siendo proyectos de alta densidad, de carácter especulativo promovidos por la iniciativa privada (Montjuïc) y las empresas mixtas (Ribera y Maresme), los planes plasmaban la imagen ideal de la nueva Barcelona, donde la pequeña escala y la arquitectura vernacular de los pueblos de la costa eran reinterpretados en grandes conjuntos adaptados a los intereses de los grupos promotores. Los mitos de la vuelta a los orígenes, la conexión con las fuentes de una cultura milenaria y la recuperación de la esencia del habitar, en la década de 1960 fueron convertidos, incluso con la participación de los arquitectos que contribuyeron a crearlos y difundirlos, en factores determinantes en la creación de valor de promociones inmobiliarias destinadas a las élites urbanas.